26.5.07

Sala de espera del terror...

"Sala de Espera"
§
Luis Bermer

Miguel cogió al azar una de las revistas esparcidas por la mesita de mármol. Le gustaba ojearlas, desde niño: fotos de gente desconocida, información breve y superficial, chicas guapas, las playas del paraíso...lo ideal para alejar la mente de los libros de derecho mercantil y aliviar la tensión de la espera hasta que llegase su turno. El hilo musical –neutro e insípido- también ayudaba a mantener las emociones en una suerte de purgatorio ártico que solamente la presencia de la señorita enfermera podría deshacer. Y mientras llegaba ese momento Miguel se parapetaba tras su revista, rogando para que entre los presentes no se hallase uno de esos sujetos -o sujetas- que parecen sentirse obligados a iniciar conversaciones para dejar clara la diferencia entre personas y objetos de mobiliario. A su lado, una adolescente delgada y pecosa, aislada en el submundo sonoro que le brindaba su walkman, hacia ruido al pasar las páginas de una revista de moda. Bajo la ventana, una anciana de aspecto plácido y concentrado bordaba un jersey de lana azul que alguno de sus nietos no llegaría a ponerse nunca. Dos señoras de mediana edad cuchicheaban monólogos inaudibles frente a él, sin intercambiar sus miradas. Otro señor, embutido en un traje que le quedaba pequeño por muchos esfuerzos de la imaginación que hiciese, se abanicaba sin fuerzas con periódico arrugado contra un calor subjetivo, junto a la puerta que abriría la enfermera.
-¡Rafael, hijo, dejo eso ya! –recriminaba, con toda la fuerza de mando que su educada voz baja le permitía,- una madre a su retoño, que analizaba la resistencia y elasticidad de las hojas de una discreta planta artificial que se había visto acorralada en un rincón por el pequeño explorador.
Pasaron los minutos. La anciana bordaba. El hombre grueso del traje se abanicaba en vano. La chica maltrataba la revista. La madre tomó a su hijo de la mano, salvando a la planta de una defoliación completa. Las mujeres murmuraban...
Pasaron los cuartos de hora. La chica acabó con todas las revistas de la mesa. El hombre dejó de menear su periódico, recostado con la cabeza en la pared y los ojos cerrados; dormido en apariencia. La manga derecha del jersey quedó lista. Las mujeres examinaban las baldosas; ya no tenían nada de que hablar. El niño se esforzaba en alcanzar un cuadro de motivos abstractos ante la impasibilidad de su madre, que vengaba así el tiempo perdido. La paciencia de Miguel comenzó a resquebrajarse, fenómeno bastante insólito en su experiencia y del que apenas guardaba precedentes en su memoria. Hormigueo en los pies, ligero temblor de manos, desasosiego, una gota de sudor resbalando por la frente, sensación de opresión claustrofóbica...ansiedad despertando como serpiente en el nido de su estómago. ¿Por qué no nos atienden de una vez? –masculló en silencio. ¿Se habrán olvidado de nosotros?
Al fin la puerta se abrió, y todas las miradas se alzaron instintivamente. Sin mediar por palabra más que una forzada sonrisa, la enfermera vestida de blanco se dirigió hacia la anciana – que dejó sus labores inacabadas sobre el sillón- y la ayudó a incorporase. Miguel palideció de terror al verla; sintió su corazón retorcerse y comprimirse como si fuese a estallar, latiendo en una cuenta atrás acelerada. La revista cayó al suelo entre revuelo de palomas. La anciana se dejó acompañar por la enfermera, cuya cabeza era una perfecta calavera gris ceniza- en su caminar doblegado por la artrosis. Ambas entraron, y la puerta se cerró a sus espaldas.
Miguel no daba crédito a lo que acababa de ver. Debía tratarse de una broma de pésimo gusto o una terrible ilusión de los sentidos, pero aquello no podía ser lo que él había percibido. Nadie se inmutó ante el rostro de la enfermera, y los comportamientos siguieron su inercia lógica como si la puerta no se hubiese abierto. “No, no puede ser –se dijo en un intento de tranquilizarse-. Mi cerebro ha interpretado mal sus rasgos, por efecto de la tensión acumulada y el cansancio durante la prolongada espera. Debe ser algo relacionado con la ansiedad; de otra forma, toda esta gente se habría levantado espantada como yo. ¡Qué estúpido soy! Y se hubiese reído con ganas de lo absurdo de la situación si no fuese porque aún temblaba como un flan.
La puerta volvió a abrirse. Miguel dejó escapar un grito, sobresaltado, aferrándose el pecho con una mano, como si su corazón quisiera escapar de esta pesadilla dentro de otra pesadilla. La enfermera cadavérica –no había posibilidad de equivocación ahora, contrastando esa lívida tez con la oscuridad enmarcada por la puerta- hizo un gesto con la mano a la chica para que se acercara, dándole a entender que ella era la siguiente. Pasó delante de él con evidente alivió y premura, sin desprenderse de los auriculares, y las dos desaparecieron.
Todos lo miraban de arriba abajo, extrañados, como esperando una explicación por su parte de aquella histérica salida de tono inmotivada. Notó una tenue pincelada de reproche en las miradas por romper así la normalidad y su carencia de autocontrol sobre esos nervios cargados de ruidosa espontaneidad.
-¿Es que no lo han visto ustedes? –les exhortó, mostrando las inocentes palmas de sus manos-. ¡¡El rostro de esa mujer es una calavera, por amor de Dios!!
Todas las miradas se comunicaron instantáneamente entre sí, intercambiando un tácito “Bueno, nos ha tocado un pobre enajenado. Habrá que seguirle la corriente, no vaya a ponerse violento y montemos aquí una escena”.
Haciendo gala de gran naturalidad y un fino sentido del humor con claras intenciones desdramatizantes, una de las señoras que tenía enfrente se dirigió a él con suaves palabras:-
Hombre, la chica está delgadita, para qué lo vamos a negar, pero tampoco hasta ese extremo.
Hubo sentidas risas de apoyo a la señora, que sirvieron para restaurar el orden de lo cotidiano y, de paso, dejarlo en evidencia, ahí de pie, en mitad de la sala.
-Pero...barbotó a modo de excusa.
-Vamos hombre, siéntese –siguió ayudando la comprensiva señora, con cálida sonrisa en los labios; seguro que ya pronto le toca a usted.
Y Miguel se sentó, despacio, abrumado, comprobando antes que el sofá no se había transmutado en cocodrilo o que estaba a punto de ser absorbido por un agujero negro. Entretanto, el chirrido de la puerta al abrirse volvió a impactarle en los oídos. Y allí estaba de nuevo, la grotesca calavera, que reclamó a la buena señora que había intentado salvaguardar su reputación. Ésta se incorporó con otra sonrisa y le dedicó un guiño de complicidad a Miguel, mientras el brazo extendido de la enfermera la invitaba a pasar.
Miguel sintió náuseas, la serpiente recorriendo sus intestinos. Su cuerpo era una cárcel de locos petrificada por acción del horror. Clavó la vista en el suelo, se sujetó la cabeza entre las manos, tal vez para impedir que la esfera paranoide explotase en mil pedazos bajo tal presión, e invocó a la serenidad en mitad de la tormenta que amenazaba con arrastrarlo hasta el fondo de la insania; única forma de recobrar el control sobre sí mismo. “Venga Miguel, debes calmarte. Lo cierto es que no ha pasado nada. Seguro que sufres uno de esos insólitos trastornos neurológicos que afectan a una de cada ochocientas mil personas, como el caso del hombre aquel que un buen día dejó de reconocer el color amarillo o la chiquilla que recobró la vista tras una década de ceguera por el simple hecho de estornudar con fuerza. A diario suceden en el mundo cosas como ésta, sin explicación aparente. Tendrás que visitar a un nutrido puñado de especialistas y someterte a sus pruebas infames, pero al final darán con la causa de tu anomalía y se lo contarás a tus nietos entre risas. La ciencia es algo maravilloso”.
Al mirar a su alrededor, con algo más de calma, reparó en el sofá vacío frente a sus incrédulos ojos. La amiga de la señora ya no estaba allí. “¿Dónde se ha metido? ¿Ha salido o es que se ha esfumado?”. En la sala sólo quedaban el hombre trajeado y la mujer con su hijo.
Y entonces cayó en la cuenta de que ninguno de los anteriores pacientes había vuelto a salir por aquella puerta por la que habían entrado.
-“Tendrán otra puerta de salida para no molestar a los que esperan –razonó ante su extrañeza. Tampoco conozco las dependencias de este edificio, así que son ganas de sospechar y fabular despierto”.
La enfermera entró en la sala sin que nadie la prestase atención. Cogió al niño por una manita y le acarició su hermoso pelo castaño. Su madre le dio un suave empujoncito en la espalda y la enfermera, con delicada determinación, arrastró al pequeño hacia la puerta.
-¡Mamá, mamá! –gritó el niño intentando agarrarse a ella, con la angustia reflejada en los inocentes ojos del que no entiende el porqué de lo que pasa.
-Es sólo un momentito, Rafi. Ahora al salir te compro unos gusanitos y unas chuches.
Miguel no lo soportó más. La imagen del niño aterrado le hizo reaccionar como flecha de ballesta y se puso en pie con los puños apretados, fuera de sí.
-¡Haga el favor de soltar al niño inmediatamente! –escuchó vociferar a su garganta. Se enteró al mismo tiempo que los demás de lo que acababa de decir.
La enfermera se detuvo, y se giró hacia él. Entonces fue cuando Miguel experimentó cómo el horror puro le abría el cerebro en canal, cuando aquellas cuencas negras donde se leía el infinito se fijaron en las suyas, meros continentes de una carne enferma de locura y mortalidad. La sonrisa cincelada en hueso se burló de la crisis nerviosa que castigaba su organismo, tan débil, tan vulnerable, incluso a su propia condición. Miguel retrocedió derrotado, tropezando con la mesita de las revistas para caer sobre el sofá, donde quedó paralizado, casi sin aliento. La enfermera prosiguió sus pasos llevándose consigo al pequeño, cuya cara enrojecía ya por el sofocón irreprimible. La puerta se cerró con un rápido golpe seco, y los gritos del niño cesaron de inmediato.
-Convendría que empezara usted a relajarse –instó con insospechada autoridad el hombre grueso del periódico- sino quiere que llamemos a la policía. La madre asintió, arrugando el entrecejo.
Miguel cerró los ojos y se concentró en regular el ritmo de su respiración. Ni tan siquiera los abrió cuando volvió a escuchar a la enfermera entrar de nuevo, en esta ocasión buscando al acalorado señor del traje, que resopló con satisfacción al incorporarse de su sillón. En la sala ya sólo quedaban él y la madre del chico. Pronto, muy pronto a juzgar por la progresiva reducción del intervalo de tiempo entre las visitas de la enfermera, le llegaría su turno. Y de esta certera intuición arrancó fuerzas de flaqueza.
Per...perdone lo de...lo de antes, señora –se disculpó, tambaleante al ponerse en pie-. Me...me encuentro muy mal; será mejor que salga a tomar un poco el aire.
Pero Miguel no llegó a moverse, porque la única puerta de la sala era aquella por la que había entrado el horror.
-¿Do...donde está la salida? –farfulló, desesperado, pasándose la mano por toda la cara, como queriendo borrar el sin sentido que alteraba su percepción de la realidad.
La mujer le ignoró con evidente fastidio, yéndose a sentar más cercana a la puerta, dándole a entender que deseaba que todo acabase cuanto antes para no volverlo a ver jamás.
Sus sienes pulsaban. Intentó, sintiendo su mente al límite, recordar por dónde había entrado, cuánto tiempo llevaba aquí encerrado, para qué había venido; pero, por más que se esforzó en retrotraerse hacia un lejano pasado, no consiguió recordar el momento en el que entró para tomar asiento, ni nada anterior a esta sala, ni el tiempo transcurrido en medida mensurable, ni mucho menos la intención que le había traído a esperar aquí junto a los demás, que sí lo sabían perfectamente. Ahora era un ignorante ratón en una jaula; y la puerta de la jaula volvió a chirriar.
La madre cogió su bolso y se dirigió hacia la enfermera, que la aguardaba en el umbral. Un instante justo antes de desaparecer, Miguel recibió un fugaz y apenas perceptible brillo de atención en aquella sonrisa y cuencas vacías. “Puedes irte preparando, porque ya sabes lo que sigue” –pensó, sin conocer la autoría de esas palabras.
Le hubiera gustado destrozarlo todo a golpes, tirar la pared abajo y gritar al cielo, reventar la puerta y aquel cráneo a patadas y despertar entre los cimientos humeantes de un mal sueño. Pero sabía con angustiosa rotundidad que esto no era más que un pensamiento reconfortante, una inyección mental de morfina para poder soportar la realidad de esta vigilia incuestionable. Las opciones, todas las opciones se reducían a esperar.
La puerta se abrió.
Y allí, la enfermera también esperaba.
Miguel quiso andar hacia atrás, pero su cuerpo lo hizo hacia delante. Ella salió a su encuentro y le paso un brazo por la espalda, a la altura de los riñones.
-No, por favor...déjeme...déjeme marchar –suplicó, llorando.
La puerta se cerró con un susurro.
Y la sala quedó vacía.

20.5.07

...hacen que me den ganas de...

  • Los domingos hacen que me den ganas de no hacer nada y tirarme en la cama o en un sillón a ver la tele o a escuchar música.
  • Ver lo que no fue hace que me den ganas de saber lo que pudo haber sido.
  • Las vacaciones hacen que me den ganas de irme a la playa o a la montaña.
  • Las estupideces que se hablan por televisión hacen que me den ganas de irme a vivir sólo en medio de las montañas, con no más que una cabaña, un equipo de música y un labrador.
  • La mirada penetrante y cautivadora de una mujer hacen que me den ganas de detener el tiempo.
  • Ver a amigos y conocidos llevarse bien con sus hermanos/as hacen que me den ganas de tener uno/a. Lo opuesto hacen que me den ganas de agradecer el hecho de ser hijo único.
  • Recordar momentos del viaje a Italia con amigos hacen que me den ganas de regresar en el tiempo a revivir aquella época.
  • Leer o ver por la tele sobre lugares tan distantes hacen que me den ganas de viajar.
  • Las injusticias que se producen casi cotidianamente en la facu hacen que me den ganas de pegar el grito en el cielo y tirar todo a la mierda.
  • Ver gente menos que uno llegar tan lejos hace que me den ganas de seguir adelante.

19.5.07

Cumple de Peter

El sábado pasado Peter festejó su 20º cumpleaños y como no podía ser de otra manera, hizo fiesta de disfraces. El día antes nos juntamos a manufacturar nuestros proprios trajes, algo que ninguno habia hecho antes. Creo que quedaron bastante bien, teniendo en cuenta que no somos precisamente expertos en la materia. Lamentablemente durante el cumple tuvimos que lamentar las pérdidas de nuestras respectivas espadas, que quedaron maltrechas y rotas, producto de cortar tantas cabezas sarracenas. Sin embargo, el disfraz se la bancó toda la noche y no sufrió mayores inconvenientes.
El disfraz es de Templario, o sea, de caballero del Temple, ni de guardia de la cruz roja ni de carta de naipes (como me preguntó uno a la salida). Hasta es aceptable llamarlo caballero medieval, pero no más que eso.
Por supuesto no fuimos los unicos superheroes (?) de la fiesta. También acudió Batichica -o sea, Bárbara Gordon, la hija del Comisionado de Ciudad Gótica-, Una Muñeca -no, no de esas, era de las de paño-, Un pseudo-gótico/metalero/dark y ni mas ni menos que la Caja Vengadora, que armó un revuelo impresionante en el boliche. Hubo más gente disfrazada, y tambien de otro cumpleaños -imposible aún olvidarse de Pocahontas, la Conejita de Playboy y el Hada-.
En fin, a ver cuando alguien se copa a hacer otra fiesta de disfraces, que ahora que tengo uno bueno, lo voy a usar hasta que se me desintegre :P
Esperemos que la travesía hacia Tierra Santa continúe en poco tiempo...

13.5.07

Síntomas del estudiante universitario previos a un examen...

Etapas inevitables en la vida Universitaria. Para todos aquellos que pasamos por este sufrimiento tan bien expresado en estas líneas:
El día antes del examen...
Síntoma 1. - La paradoja del tiempo
El tiempo transcurre, para uno, 200 veces mas rápido que lohabitual: "...la velocidad de las agujas del reloj es inversamenteproporcional al tiempo que resta para el momento del examen...". Secae un lápiz al suelo, y luego de juntarlo sorpresivamente hanpasado 10 minutos!!!
Una breve merienda nos saca de golpe 45 minutos!!
Frases más comunes:
YA...., LAS OCHO?? !!!
Síntoma 2. - Delegación de Responsabilidades:
Se resume en una frase:"...¿¿¿QUIEN CARAJO ME MANDO A MI A ESTUDIAR ESTA CARRERA... MEQUERES DECIR?? !!!!!!..." (Este síntoma se manifiesta repetidas veces a lo largo de todo el proceso).
La noche anterior al examen...
Nota: A partir de aquí ese fenómeno tan agradable como es "el sueño", se convierte en nuestro peor enemigo, torturándonos,traicionándonos (a las 3:00 a.m. se presenta con toda su fuerza),boicoteando con el pasar de las horas el normal funcionamiento denuestros órganos: torpeza motriz, dificultad para hablar,pensamientos inconexos, etc. A lo cual uno recurre a antiguas armaspara este viejo enemigo: café, agua helada sobre la cabeza, azotes,etc.
Síntoma 3. - Examen de conciencia y arrepentimiento...
En medio de una situación en que una hora vale la vida, uno comienza a recordar aquellas noches que se la paso al pedo mirando tele, divagando en algún bar, o que se fue a dormir sin sueño. Odio a uno mismo (comienza la debacle emocional y motivacional).Recuerda que aquel café con leche con tostadas le impide hoy repasar la unidad 3, y aquella vez que bajo a comprar aspirinas y llego a lo de un amigo, sea probablemente la causa del próximo bochazo.
Síntoma 4. - Cambio en el orden de los valores y principios...
Todos los valores que uno mamo desde la cuna se trastocaron.
Frases más comunes:
"...mi vida por una cama...""...doy TODO por 5 horitas mas..."
"...pago por el 6 (o 4)..."
"...te juro que si lo veo a este miserable, le pego un tiro en la frente..."
Síntoma 5. - Incursiones filosóficas y metafísicas
Con el pasar de las horas uno tiende a sacar la parte mas reflexiva de nuestro ser, que en muchos casos denota graves alteraciones del estado psíquico.
Frases escuchadas:
"...uno siente que no sabe nada, y va y le sale todo...el hombre es impredecible...."
"...¿Por que en la vida tenemos que sufrir así?..."
"...para mi He-Man era trolo..."
"... ¿te pusiste a pensar que al pedo están las cejas?..."
"... ¿que haces si te ganas un palo verde?..."
"...la mujer maravilla ¿era la mina de Superman?..."
"...de donde viene, "por hache o por be"?..."
"...me gustaría reencarnarme en una tortuga..."
Síntoma 6. - Evasión de la realidad
Uno sueña con estar a 1.000 Km. de distancia, si es posible en otra época, y si es en otro planeta mejor. (Nuevamente síntoma 2, quecada vez se manifiesta con mayor intensidad)
Síntoma 7. - Abandono
Nuestro verdugo "el sueño" se vuelve casi invencible en esta etapa.
Nuestro aspecto es lastimoso y el sueño genera efectos alucinógenos de lo más confusos. De golpe parece que las fuerzas nos abandonan, y nos preguntamos si todo este calvario tiene algún sentido.
Frases más escuchadas:
"...lo que no lo estudie hasta ahora...no lo voy a aprender en 2 horitas...me voy a dormir..."
"...esto no lo van a tomar... no?..."
"...ma si!!!!...se van todos a la puta que la pario..."
"...¿¿ que son esos duendes que caminan por el techo??..."
(SINTOMA NUMERO 2 NUEVAMENTE)
Error: Nuestro enemigo "el sueño" no debe ganar: se aconseja el uso de castigos corporales para pasar esta etapa.
Síntoma 8. - Caos
En algún momento de la noche todos los síntomas anteriores se danen forma simultánea provocando un shock en el cerebro del estudiante que desencadenan los primeros síntomas físicos que por
otro lado generan frases como estas:
"...yo siempre quise estudiar periodismo..."
"... ¿y si me tiro por la ventana y termino con esto?..."
"...¿Vamo' al sur ?!!!..."
"...no me presento..."
Horas antes....
Síntoma 9. - Síntomas físicos
Esta etapa se caracteriza por los síntomas físicos, agravados por la falta de alimento, de higiene, exceso de cafeína, nicotina,alquitrán y stress. Síntomas mas comunes: cólicos, mareos, nauseas,acidez, suspiros profundos, espasmos, tics, contracturas musculares, rigidez facial, contracciones estomacales, brotes en la piel, vista nublada, piel color amarillo claro, ceguera temporal,muerte súbita.
Síntoma 10. - Principio de amnesia (...no se nada...)
De golpe uno quiere hacer un muy fugaz repaso, y ve títulos,palabras,definiciones (incluso escritas por nuestro puño), que uno juraría que en la puta vida las ha visto. Esto, a solo dos o tres horas del examen genera nada menos que un estado de pavor y pánico incontrolables.(NUEVAMENTE SINTOMAS 2, 3 Y 6)
Entrando al examen...
Síntoma11. - Al borde del abismo
Uno solo quiere terminar con ese suplicio, ese calvario inhumano y cruel que lo humilla y rebaja a límites insospechados.
Frase mas común: "...que sea rápido..."
El examen finalizado...
Opción A: Aprobado: Exhausto y aliviado se va a tomar una cervezapor ese trago amargo que quedo atrás y por el pronto restauro delnormal funcionamiento psicosomático. Salud
Opción B: Reprobado: Exhausto y aliviado se va a tomar una cervezapor ese trago amargo que quedo atrás y por el pronto restauro delnormal funcionamiento psicosomático. Salud

6.5.07

Temperatura, cerveza y amigos...

En O'Connell's, - o como se escriba, nunca me fije demasiado en el cartelito de la entrada-. Esta foto es de cuando todavía estaba para remera y de las pocas certezas que uno tenía en la vida era de que hacía calorcito, y que no había que andar mirando la temperatura en la tele para saber si había 15º o 28º.
Cada día me gusta más la cerveza, pero que se entienda bien; no por el lado de chupar a lo loco, sino de probar sabores nuevos, cervezas de afuera, artesanales, de distintos colores e ingredientes. El otro día mi viejo, me trajo de una panadería un porroncito Guinness de cerveza tipo stout, muy bueno. Lo raro era que traía un aparato adentro de la botella para hacer espuma al tomarla. No demasiada, sólo lo justo para sentirle el sabor. En el dorso recomendaba beberla bien fría y desde la botella, lo cual hice aun antes de leer dicha etiqueta. Desde ya el sabor es muy distinto a las de acá, sin desmerecer a las buenas, pero sí haciéndolo con las que son realmente malas :P.
Bueh, no hay mucho para decir con respecto a la foto, pero en el sentido de las agujas del reloj aparecen: Peter, July, Fabri, yo, Vicky y Nacho. Brunito fue el encargado de inmortalizar el momento.

5.5.07

Joseph es un groso...

Éste es Joseph, y se ve que un día decidió presentarse al American Idol francés, más precisamente Nouvelle Star, e impresionar a todos con su enorme capacidad para hacer beat box. Dejó al jurado impresionado y llegó bastante lejos -desconozco si ganó o si todavía está compitiendo-. Si quieren ver mas de él, hagan click acá.