Cuando llegó a Europa, el delantero centro formado en Newell's Old Boys (equipo con el que jugó la final de la Copa Libertadores de 1988), ya lo había ganado todo en Argentina, y presentaba la peculiaridad de haber militado una temporada en River Plate y otras dos en las filas de su gran rival, Boca Juniors.
A continuación, durante nueve campañas (de 1991 a 2000), hizo las delicias de los tifosi de la Fiorentina al marcar cerca de 300 goles, contando todas las competiciones. Dando prioridad a la calidad de vida, se mantuvo muy ligado a la camiseta violeta de la "Fiore", con lo que apenas alimentó su palmarés con una Copa de Italia. Pero en Florencia se convirtió en una especie de semidiós, ganándose incluso su propia estatua a la entrada del estadio, y formando parte del patrimonio de una ciudad con la que este mágico ariete, reservado y discreto pero muy eficaz, se identificaba plenamente.
Un olfato de gol extraordinario, muy hábil con las dos piernas -como corresponde a un goleador de su calibre-, y excepcional en el juego aéreo, Batistuta gozaba, ante todo, de un sensacional olfato de gol. Siempre descubría dónde había un hueco, ya sea dentro del área pequeña o a 30 metros de la portería. Y, como capitán ejemplar, no tenía ningún problema en ponerse el equipo al hombro en las situaciones en las que había que defender, y no dudaba en bajarse todo el campo desde la punta de ataque si era necesario.
En el verano del 2000, Batistuta firmó por la Roma por 38 millones de euros. Allí se hizo, en la temporada siguiente, con su primer título de la liga italiana, apuntándose otros 20 goles más.
Pero ése iba a ser el principio del fin para "Batigol". El año 2002 resultaría fatal para él. En primer lugar, en su club, donde sólo marcó 4 tantos en 12 partidos; pero sobre todo con la selección argentina, eliminada sin pena ni gloria de la Copa del Mundo de la FIFA 2002. "Visto el trabajo realizado en cuatro años y la experiencia en Europa de la mayoría de jugadores, estaba convencido de que seríamos campeones mundiales. La eliminación ha supuesto una enorme desilusión", comentaba entonces Batistuta. Así, anunció su adiós a la albiceleste en noviembre de 2002, con una trayectoria internacional que concluyó con un empate ante Suecia (1-1) en ése mismo Mundial, en junio de 2002.
Tras una campaña sin brillo en el Inter de Milán (2 goles en 12 encuentros), donde fue cedido a préstamo por 6 meses, aceptó el traspaso al Al Arabi por ocho millones de dólares. No obstante el país árabe no se encuentra en el mapa futbolístico, concluyó la liga de Qatar como máximo goleador, con 25 goles. Batistuta decidió por fin cerrar su página futbolística en marzo del 2005, para volver a su país, donde es ahora un importante terrateniente.
En el ámbito estrictamente deportivo, presenta estadísticas claramente superiores a las de su ídolo, Diego Armando Maradona, con 56 goles en 78 partidos internacionales, lo que lo convierte en el máximo artillero de la selección argentina; 10 de ellos marcados durante tres Copas Mundiales de la FIFA (1994, 1998 y 2002), lo que le convierte en el sexto artillero de todos los tiempos.